miércoles, 11 de diciembre de 2013

Después de la fiesta

Mi casa se veía genial desde lejos, posta que parecía una mansión de esas de los famosos. Casa y Albert me hacían sentir como un millonario a lo Batman ¿Qué habrá sido de mis comics? Ya ni me acuerdo que hice con ellos, probablemente los tiré todos cuando me fui en la Expedición Pionero...
Eso me recuerda que debería vender mi casa de Tirol, aunque por el momento me parece mejor que no, ya veré que hago con esa casa. Igual no era nada comparada a esta, era mucho más chica, con suerte para dos personas, y acá tenía habitaciones para fácil 20 personas... bueno, después de las fiestas como la de anoche no viene mal tener habitaciones extra.
Soy un boludo, no le compré nada a Max y a Rick... pero la verdad es que no tengo ni idea de qué regalarles para navidad... que jodido... ya sé, les voy a decir de ir a comer los tres a algún lado y yo invito. Espero que puedan hacerse un tiempo, hace bastante que no nos juntamos los tres... A Pierce debería regalarle algo también, y a los viejos obvio... A los viejos es fácil, los invito un día a tomar algo a algún bar copado. Y a Pierce, ni idea... por ahí le puedo preguntar a Paola, ella debe saber qué le gusta, después de todo estuvo como dos años saliendo con él... posta, o fueron muy cuidadosos o yo soy demasiado distraído... me parece que ambas. Además Pierce fue bastante cuidadoso como para no contarme qué había pasado entre ellos. Mejor dejémoslo ahí, no sé por qué pensé en eso de repente. Debe ser que tengo sueño...
Me fijé en el celular si tenía mensajes pero Kate debía estar bien dormida porque no me había respondido. Mejor, así podía dormir algo yo también. 
Cuando llegué a casa Albert ya estaba limpiando el living, obviamente era el lugar más desastroso de la casa. Dejé las únicas dos botellas que había llevado en el bar. 
Me estaba faltando el regalo de Zedox, ah... creo que ya sé... un juego de pesas, las va a necesitar si se está peleando con William. ¡Uh cierto! A William también le tendría que regalar algo... seguro le copan unos guantes de boxeo profesionales. Mejor compro algunos regalos extra porque seguro me estoy olvidando de alguien...
-Señor... señor...
-¡Ah! Albert, perdón, estaba pensando en qué carajo regalarle a mis amigos en navidad...
-Iba a decirle que la heladera sigue vacía...
-Van a traer las cosas en un rato, ya hice el pedido. Y van a venir también con las botellas para llenar de nuevo el bar. Yo me voy a dormir un rato, creo que el peso de la ancianidad ya se me está notando.
Albert no dijo nada, pero sonrió.
-Si usted está viejo, como estaré yo...
Me reí del comentario.
-No me siento viejo del todo, pero algunas cosas ya me hacen acordar que no tengo veinte años...
-No se preocupe, yo recibo a los proveedores.
-Gracias.
Subí las escaleras hasta mi habitación, interesante, todavía no la había estrenado así que esperaba que la cama fuera cómoda, seguramnte sí, porque me había costado una fortuna, nunca hay que escatimar en el precio de la cama.
Cuando abrí la puerta estaba con llave, me sorprendí, pero después pensé que el groso de Albert había cerrado para que nadie entrara a mi habitación. Ya sabía que varios de los que habían quebrado estaban durmiendo en otras habitaciones según lo que me informó. Por suerte siempre tengo otro juego de llaves para no quedarme encerrado si pierdo las otras. 
Cuando abrí la puerta vi que alguien estaba acostado en mi cama... era ¿¡Paola!? ¿Qué hace acá? ¿No se había ido con un flaco? Estaba bien tapada con las mantas, porque a pesar de estar prendida la calefacción hacía frío. Pensé que alguien iba a ser boxeado próximamente pero no parecía haber entrado nadie más a la habitación además de ella... (o sea, todo tenía un límite, en mi cama no). A ver, ¿Tenía otras muchas habitaciones de donde elegir y eligió justamente la mía? Sí, definitivamente no iba a morir en la misión de reconocimiento, iba a morir antes de un infarto causado por Paola...

No hay comentarios:

Publicar un comentario